Un clásico dentro de la cocina tradicional española, tanto es así que raro es el bar o restaurante que no cuenta con este plato en su carta, bien como tapa o como sugerencia en la mesa. El pollo es el ingrediente estrella, aromatizado con hierbas y, cómo no, con ajo.
Pollo al ajillo
Ingredientes
- 1 pollo troceado (1,5 kg.)
- 8 dientes de ajo
- 1 hoja de laurel
- 300 ml. vino de Jerez o de un vino blanco de mi tierra, Ourense
- Hierbas aromáticas: 1 ramita de romero fresco y tomillo (al gusto)
- 75 ml. de aceite de oliva virgen extra Abril Selección
- Sal y pimienta negra recién molida (al gusto)
- Para decorar le irá bien un poco de perejil o cilantro fresco picado (opcional)
Preparación
- Lo primero que hacemos al comprar el pollo es pedirle al carnicero que nos lo trocee. Ya en casa limpiamos bien los trozos de restos de grasa y les retiramos la piel salvo a las alitas. Eliminar la piel es opcional, pero considero que añade al plato un exceso de grasa innecesaria. Salpimentamos los trozos ligeramente.
- En una cazuela ancha ponemos a calentar abundante aceite de oliva y echamos los ajos sin pelar. Los cocinamos a fuego medio, estando pendientes de que no se nos quemen. La idea es que queden caramelizados y que sirvan de aromatizante de nuestro aceite. Cuando vemos que están blanditos tras unos 5 minutos, los retiramos y reservamos.
- Añadimos los trozos de pollo a la cazuela con el aceite aromatizado de los ajos, junto con la hojita de laurel, la rama de romero y el tomillo. El pollo debe de quedar bien frito, lo cual nos llevará unos 15 a 20 minutos por lo menos. Tenemos que estar pendientes de darle la vuelva a los trozos de vez en cuando para procurar que quede tostadito por todas partes. No se trata simplemente de dorarlo y sellarlo como cuando lo preparamos para un guiso, lo que queremos es que el pollo quede perfectamente cocinado y tierno por dentro y tostadito por fuera.
- Cuando vemos que nuestra carne está casi lista retiramos el exceso de aceite, añadimos de nuevo los ajos que tenemos reservados y agregamos el vino. Seguimos cocinando la carne hasta que el vino se haya reducido casi por completo. Si no tenemos vino de Jerez podemos emplear perfectamente cualquier otro vino blanco de calidad que tengamos por casa, un Albariño, un Godello… el Jerez le da un toque particular, pero con cualquiera de estos quedará estupendamente.
La guarnición para acompañar este plato puede ser una simple ensalada mixta, patatas panaderas, unos champiñones, arroz blanco, un puré de verdura y patata, etc.